¿Serbia o Montenegro? ¿Contra quién juega la Selección?
Por Diego Mazzei, especial para Yahoo!
Los movimientos sísimicos han caracterizado a Europa desde la caída de la Unión Soviética, con el consiguiente re acomodamiento de países que desmembraron el gran bloque comunista de la parte oriental. Alemania volvió a ser una sola; la Unión Soviética se desintegró en varias naciones; Checoslovaquia se dividió en República Checa y Eslovaquia. Y también la antigua Yugoslavia tuvo su crisis interna y la eclosión dio origen a varias naciones independientes. Entre ellas, Serbia y Montenegro, que en las últimas horas ha decidido ponerle fin a la confederación que las unía y escindirse para que los montenegrinos tengan un gobierno autónomo.
Todos estos movimientos, por supuesto, incidieron en el fútbol, puesto que la FIFA vio incrementada su cantidad de afiliados. Serbia y Montenegro (que en mundiales anteriores actuó bajo el nombre de Yugoslavia) integrará, en Alemania, el Grupo C, el mismo que la Argentina. Será un caso realmente atípico: el de un seleccionado que representa a un país que ya ha declarado que se dividirá (estiman que será a partir de octubre). Es decir que, técnicamente, el equipo de Pekerman se medirá con dos rivales en uno. Ante un plantel que, si bien tiene escasos y poco jerarquizados representantes de Montenegro (la mayoría, incluidas las figuras, es de origen serbio), debe sobrellevar cuestiones políticas sobre sus espaldas. Está claro: cuando el Mundial termine, Serbia y Montenegro no existirá más como una única nación y, por ende, las próximas competencias europeas quienes son hoy compañeros competirán bajo distintas banderas. El hecho no es menor. En el seno del plantel algunos no tomaron bien el cimbronazo político. Tal es el caso del capitán, Savo Milosevic, que declaró: "No los felicito (a los montenegrinos) porque yo creía en la viabilidad de un estado único y común. Después de lo que pasó en el referendo dedicaré los goles que haga en el Mundial de Alemania sólo al pueblo serbio".
Ante este panorama, valen las preguntas: ¿ciudadanos montenegrinos y serbios olvidarán las diferencias y harán fuerza por el seleccionado unificado después de semejante declaración del referente del plantel? ¿Influirá esta situación en el rendimiento del rival argentino? Pero surgen otros interrogantes fogoneados por la fantasía. ¿Podría suceder lo mismo con Trinidad y Tobago? Imagine usted: un encono entre isleños fuerza la separación. Los de Trinidad de un lado; los de Tobago, del otro (el ejemplo podría darse con Antigua y Barbuda, pero ese seleccionado no se clasificó para Alemania).
Buscándolo por el ángulo inverso (y también en el terreno hipotético), sería una buena táctica de algunos países aliarse por cuatro años con otro país, conseguir la clasificación para el Mundial y disputar el torneo antes de volver al estado natural (se sabe lo que significa políticamente para muchos conquistar una Copa del Mundo de fútbol). Por ejemplo, españoles y portugueses, frustrados en sus participaciones en mundiales, podrían fusionarse en un solo Estado (se llamaría ‘Portuña’), que les permitiría contar con los mejores jugadores de ambos países y armar un plantel mucho más poderoso. O, directamente, armar bloques políticos exclusivos para obtener réditos en las copas del mundo de fútbol. Canadá, Estados Unidos y México podrían unir fuerzas en un seleccionado que se llame simplemente Norteamérica. Claro, habrá que ver si es un buen experimento o todo se viene abajo por las diferencias entre estadounidenses y mexicanos por la política migratoria de Bush..
El fútbol da para todo. Lo de Serbia y Montenegro es una buena muestra. Dos selecciones en una que volverán a ser dos después del Mundial. Un capitán que sólo gritará los goles para una facción. ¿Y si la Argentina lo aprovecha? ¿Se acuerdan cuando en el Mundial 90 los napolitanos alentaron a Maradona en detrimento de su propio seleccionado? ¿Y si Pekerman y compañía hacen campaña para buscar el aliento de los montenegrinos?
Por Diego Mazzei, especial para Yahoo!
Los movimientos sísimicos han caracterizado a Europa desde la caída de la Unión Soviética, con el consiguiente re acomodamiento de países que desmembraron el gran bloque comunista de la parte oriental. Alemania volvió a ser una sola; la Unión Soviética se desintegró en varias naciones; Checoslovaquia se dividió en República Checa y Eslovaquia. Y también la antigua Yugoslavia tuvo su crisis interna y la eclosión dio origen a varias naciones independientes. Entre ellas, Serbia y Montenegro, que en las últimas horas ha decidido ponerle fin a la confederación que las unía y escindirse para que los montenegrinos tengan un gobierno autónomo.
Todos estos movimientos, por supuesto, incidieron en el fútbol, puesto que la FIFA vio incrementada su cantidad de afiliados. Serbia y Montenegro (que en mundiales anteriores actuó bajo el nombre de Yugoslavia) integrará, en Alemania, el Grupo C, el mismo que la Argentina. Será un caso realmente atípico: el de un seleccionado que representa a un país que ya ha declarado que se dividirá (estiman que será a partir de octubre). Es decir que, técnicamente, el equipo de Pekerman se medirá con dos rivales en uno. Ante un plantel que, si bien tiene escasos y poco jerarquizados representantes de Montenegro (la mayoría, incluidas las figuras, es de origen serbio), debe sobrellevar cuestiones políticas sobre sus espaldas. Está claro: cuando el Mundial termine, Serbia y Montenegro no existirá más como una única nación y, por ende, las próximas competencias europeas quienes son hoy compañeros competirán bajo distintas banderas. El hecho no es menor. En el seno del plantel algunos no tomaron bien el cimbronazo político. Tal es el caso del capitán, Savo Milosevic, que declaró: "No los felicito (a los montenegrinos) porque yo creía en la viabilidad de un estado único y común. Después de lo que pasó en el referendo dedicaré los goles que haga en el Mundial de Alemania sólo al pueblo serbio".
Ante este panorama, valen las preguntas: ¿ciudadanos montenegrinos y serbios olvidarán las diferencias y harán fuerza por el seleccionado unificado después de semejante declaración del referente del plantel? ¿Influirá esta situación en el rendimiento del rival argentino? Pero surgen otros interrogantes fogoneados por la fantasía. ¿Podría suceder lo mismo con Trinidad y Tobago? Imagine usted: un encono entre isleños fuerza la separación. Los de Trinidad de un lado; los de Tobago, del otro (el ejemplo podría darse con Antigua y Barbuda, pero ese seleccionado no se clasificó para Alemania).
Buscándolo por el ángulo inverso (y también en el terreno hipotético), sería una buena táctica de algunos países aliarse por cuatro años con otro país, conseguir la clasificación para el Mundial y disputar el torneo antes de volver al estado natural (se sabe lo que significa políticamente para muchos conquistar una Copa del Mundo de fútbol). Por ejemplo, españoles y portugueses, frustrados en sus participaciones en mundiales, podrían fusionarse en un solo Estado (se llamaría ‘Portuña’), que les permitiría contar con los mejores jugadores de ambos países y armar un plantel mucho más poderoso. O, directamente, armar bloques políticos exclusivos para obtener réditos en las copas del mundo de fútbol. Canadá, Estados Unidos y México podrían unir fuerzas en un seleccionado que se llame simplemente Norteamérica. Claro, habrá que ver si es un buen experimento o todo se viene abajo por las diferencias entre estadounidenses y mexicanos por la política migratoria de Bush..
El fútbol da para todo. Lo de Serbia y Montenegro es una buena muestra. Dos selecciones en una que volverán a ser dos después del Mundial. Un capitán que sólo gritará los goles para una facción. ¿Y si la Argentina lo aprovecha? ¿Se acuerdan cuando en el Mundial 90 los napolitanos alentaron a Maradona en detrimento de su propio seleccionado? ¿Y si Pekerman y compañía hacen campaña para buscar el aliento de los montenegrinos?
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